La vida no es más que un intrigante camino que cada uno de
nosotros con cada paso que da, decide progresivamente como y en qué compañía (o
sin ella) quiere recorrer todo ese trayecto. Equivocarse es humano, y lo que
nos hace más humanos aún es reconocer cuando nos hemos equivocado.
A veces nos lanzamos con tanto ímpetu hacia delante, creyendo
que lo tenemos todo controlado y es entonces cuando llega el invierno…. Cuando te
das cuenta de los inestable, movediza que es la tierra que pisas y que con
tanta decisión pensaste conquistar. Y te agobias, todo te parece más grande de
los que es y un pequeño montículo de arena es una montaña de rocas a punto de
derribarse encima de ti. Entonces, las cosas que tan claramente se veían frente
a ti, no las logras distinguir… porque tú mismo te ofuscas la mirada, te la
dejas empañar y no ves la primavera que se esconde dentro de cada invierno. Te
cuesta pensar y no te das cuenta que te dejas hundir en un círculo vicioso en
el que tú mismo te hundes aún más.
Te notas inestable…. Claro que sí… Olvidas que la fuerza está en
ti y decides experimentar sensaciones tan mundanales como el miedo, el miedo a
sufrir, a fracasar, a tomar una decisión o a equivocarse al elegir. ¡Sí! Equivocarse…
Cuando pánico nos crea la simple pronunciación de esta palabra sin llegar
siquiera a concienciar su significado. Pero está claro que el camino pleno, de
mirar al vació y descubrir que está lleno y rico en experiencias y posibilidades,
es solo para unos pocos… los que aún miedosos, agarran fuerte esa extraña y tan
conocida sensación y se lanzan con fuerza… La mayoría se quedan en el camino...
Pero unos pocos… muy pocos… llegan hasta el final… Y desde ahí, desde encima de
su pico recién conquistado contemplan con orgullo todos los obstáculos que
acaba de rebasar en su camino conquistando su victoria. Ese es el momento cuando
los domingos dejan de ser incluso peores que los lunes. Cuando la arena
movediza de debajo de tus pies no ejercerá sobre ti una presión que te arrastre
en su interior, sino que tendrás la fuerza suficiente y la habilidad de sacar
lentamente tu pie y no “hacerte hueco”
hacia el interior de la masa, sino usar su inestabilidad para salir
adelante, renovado y tras haber ganado una batalla más en la lucha por alcanzar tu propia meta.
Nadie dijo que sería fácil… y tampoco te garantizaron la
victoria… solo te enseñan otra forma de vivir. Pero no te lances cuando algo
valioso tienes muy cerca de tus manos si a mitad del camino te desequilibras y
estarás a punto de soltar una de tus conquistas… Porque habrán batallas que no
se podrán repetir para tener la oportunidad de volver a ganarlas. Y algunas que
ya se han perdido antes de emprender el viaje hacia tu interior deberían
quedarse ahí, en ese punto del camino.
Pero a veces simplemente no puedes hacer otra cosa que no sea
quedarte sentado y ver como se equivocan eligiendo sin elegir… Y no porque
quieres, sino porque ya no está en tus manos corregir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario